EMPRENDER O NO
EMPRENDER
Muchas personas,
llegado un punto determinado de su vida, tienen en mente hacer de este sueño
realidad, y se plantean emprender, ya sea para seguir haciendo en solitario lo
que hacían para otro, ya sea para meterse en algo nuevo.
Emprender, por
definición, significa algo nuevo por descubrir, una actividad motivadora y que
entraña un desafío. Sin ilusión no hay emprendimiento. Pero también implica lo
desconocido, salir de la zona de confort, enfrentarse a peligros. Como todo en
esta vida, ni es blanco ni es negro: el color lo pones tú. Hay que evitar
situarse en ambos extremos: ni pensar que todo va a ir rodado solo porque vas a
poner muchas ganas y esfuerzo, ni estar convencido de no ser capaz de emprender
por la complejidad que entraña y la falta de conocimientos específicos sobre
legislación y contabilidad.
Hay maneras de
compensar las carencias, lo que importa es ser consciente de que habrá
dificultades en el camino, en todas y cada una de las etapas. Superarlas está
en gran parte en tu mano con las acciones y soporte adecuados, partiendo de que
el proyecto emprendedor sea viable.
Para tomar esta
decisión tan importante y, ante la perspectiva de este gran cambio, que no solo
será profesional, sino que también inevitablemente personal, hay que sopesar
pros y contras.
La sensación de
dominio sobre tu tiempo y cómo lo inviertes es máxima. Tú decides lo que hay
que hacer y cómo hay que hacerlo.
A favor:
·
Motivación: El valor de trabajar
para uno mismo es el incentivo más grande que alguien puede tener, pues el
esfuerzo realizado redunda al 100 por 100 en uno mismo.
·
Flexibilidad: Organizarse como a
uno le apetezca, desde las responsabilidades diarias hasta las vacaciones, te
permite reajustar tu agenda para adaptarla a tus necesidades y preferencias.
Pero no todos son
flores. Como mi compañera Ana Hernández en Youth Business Spain explica
perfectamente en su blog, Emprender tiene un lado oscuro y hay que ser
consciente de su existencia y estar preparado para que sea tu compañero de
viaje.
En contra:
·
Riesgo: Emprender es arriesgar por
definición. Dinero, tiempo, relaciones personales, reputación… Para crecer, hay
que invertir, y para invertir hay que hacer un cálculo de lo que puedes ganar y
puedes perder.
·
Los “otros” jefes: Que nadie esté
por encima de ti en la organización no quiere decir que no te debas a nadie.
Empezando por clientes y pasando por proveedores, tu alrededor te evaluará y
pondrá a prueba constantemente con encargos, plazos imposibles y emergencias.
·
Sacrificios: Como decía el tío Ben
a Peter Parker en Spiderman: todo poder conlleva una gran responsabilidad.
Tener tu propia
empresa o llevar tu propia carrer profesional hace que todo dependa de ti,
desde buscar los clientes hasta hacer una factura, pasando por limpiar tu mesa
de trabajo. Si bien puedes delegar, recuerda que tu siempre serás el máximo
responsable, y que para tenerlo todo en orden y sacarlo adelante deberás hacer
grandes esfuerzos que pondrán a prueba tu escala de valores y te harán
renunciar -tanto a cosas como a personas-.
En definitiva, tu
decisión debe ser una mezcla de realismo y pasión. Una vez que te embarques,
persigue los objetivos con determinación. Como dijo Walt Disney una vez: "La
forma de empezar es dejar de hablar y empezar a actuar"